Los bebés cuando nacen permanecen la mayor parte del día durmiendo, conforme crecen este tiempo se acortando de manera progresiva hasta que se unifica en un único sueño nocturno. Sin embargo, son muchos los niños que sufren alteraciones en el sueño y no se les da importancia.
De la misma manera que llevamos al pediatra al pequeño porque tiene tos o mocos, también debemos buscar cuál es la causa de su insomnio ya que muchas de las alteraciones de los adultos tienen su origen en la infancia o adolescencia y que se corregirían con un buen colchón o base.
Algunas de las alteraciones más frecuentes en los niños son las disomnias como por ejemplo el insomnio infantil, dificultad de mantenerse dormido debido a problemas respiratorios y los trastornos del ritmo vigilia – sueño.
Es importante que el niño no tenga miedo a la hora de acostar por eso hay que restar importancia a la sensación de abandono que pueden sentir cuando no están sus padres. Esto suele ocurrir hacia los 2 año y entre los 5 y los 6 años.
Los niños pueden gritar, levantarse, pedir la mano… las manifestaciones son muy diversas y están condicionadas por factores como es la ansiedad, condiciones defectuosas externas como es el ruido, la luz…
Otra de las alteraciones más frecuentes son las del ritmo circadiano, es decir, un defecto en la sincronización del sueño por lo que el período de sueño largo se localiza mal en el ciclo circadiano. Uno de los síntomas para detectar este problema es la somnolencia diurna, el absentismo escolar y los problemas de comportamiento.